¿Atrapados? Los que no se mueven ante los riesgos naturales

Credit: Elie Sergio / AFP 

Itziri Gonzalez Barcenas

 02 mayo 2024

Según la OIM, el reciente ciclón de Madagascar, país «muy expuesto a los riesgos naturales [que] figura entre los 10 países más vulnerables al cambio climático a escala mundial», tuvo efectos devastadores para unas 220.000 personas que necesitan ayuda humanitaria inmediata. 

Sin embargo, como señala la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA), la respuesta de emergencia es difícil porque la región afectada está a tres días de viaje de la capital, Antananarivo, «y la carretera que conecta la capital con la región noreste está actualmente cortada debido a las lluvias». Además, un artículo de Al Jazeera destaca que aún no se conoce suficientemente el alcance de los daños porque «muchos pueblos de la región quedaron aislados del resto del país, lo que dificulta el acceso de los equipos de rescate.» Por desgracia, no es la primera vez que una catástrofe natural tiene efectos a gran escala en Madagascar. Hace apenas un año, el ciclón Freddy -el más largo registrado en la historia- dejó más de 500 muertos en Malawi, Mozambique y Madagascar. 

La 'Paradoja de la inmovilidad' 

In countries like Madagascar that suffer from frequent natural hazards, populations are being hit again and again… and again. The plethora of research, policy briefs, news headlines, and statistics aiming to capture the scale of internal displacement due to climate-related events are not painting a full picture, though. In fact, Caroline Zickgraf, experta en el tema, escribe que «la gran mayoría de las personas que viven en lugares muy vulnerables al cambio climático no emigran... la relación entre migración y cambio climático no es lineal... algunas personas pueden adaptarse en el lugar, mientras que muchas no tienen capacidad para desplazarse, y otras podrían hacerlo pero son reacias a abandonar tierras natales a las que se sienten irrevocablemente unidas... cuando la migración no es una opción viable, las personas que no pueden o no quieren desplazarse pueden ser las más negativamente afectadas por el cambio climático, al quedar atrapadas en lugares cada vez más inhabitables». 

En lo que se ha denominado la 'paradoja de la inmovilidad- «grandes extensiones de tierra en todo el mundo se vuelven cada vez más habitables, [pero] pocas personas emigran de los países más afectados por el cambio climático»- en la literatura académica puede parecer un fenómeno desconcertante a primera vista. Sin embargo, en realidad coincide con lo que académicos de la migración como Hein de Haas llevan muchos años describiéndolo: se necesitan recursos para emigrar, por lo que quienes pueden hacerlo no no suelen estar entre los más empobrecidos. En realidad, también hay muchas razones por las que la gente no se va. Pueden ser desde dificultades económicas hasta un profundo sentimiento de pertenencia a su hogar. Las personas tienen que tomar decisiones rápidas basadas en la información que tienen a mano y teniendo en cuenta su situación/realidad específica. Lo cierto es que no hay una decisión «correcta» o «incorrecta».

Dicho esto, es importante distinguir entre los que deciden quedarse y los que no tienen otra opción. Se trata de una línea difusa que debe comprenderse mejor porque las 'poblaciones atrapadas- «personas que no sólo aspiran a desplazarse, sino que necesitan hacerlo por su propia protección, pero que sin embargo carecen de la capacidad para ello»- sufren las peores consecuencias de las catástrofes repentinas. Como explican Maxine Alleyne y Hélène Glenisson, las personas que quedan «atrapadas» cuando se produce un ciclón, una inundación o un huracán se encuentran «entre las más vulnerables porque no pueden escapar a los efectos de las catástrofes climáticas y a menudo no disponen de recursos para aumentar su resiliencia, ya que se enfrentan a la pobreza, problemas de salud e inseguridad alimentaria, entre otros... las desigualdades relacionadas con el género, la edad y la discapacidad también influyen en la capacidad de desplazarse o no ante los riesgos».

Otras pruebas publicadas por Future Earth, La Liga de la Tierra y el Programa Mundial de Investigaciones Climáticas (PMIC) demuestran que «el cambio climático puede aumentar las barreras a la movilidad, provocando un aumento de la inmovilidad, especialmente entre las poblaciones más pobres». Human Rights Watch (HRW) tiene investigaciones que demuestran que «las personas con discapacidad y las personas mayores tuvieron más problemas para acceder a las alertas y a la información de emergencia, así como para conseguir ayuda humanitaria tras el desastre». Como parte de esta investigación, HRW realizó entrevistas en el noreste de Bangladesh. Mohammed Montaz contó que Taslima, su hija de veinte años con múltiples discapacidades, murió en una inundación. Taslima tragó mucha agua sucia y perdía y recuperaba el conocimiento. No pudieron conseguir los fondos necesarios ni un barco para llevarla a un hospital y que recibiera el tratamiento adecuado. Diez días después, Taslima murió. 

Iniciativas 

La atención mundial que se presta a la (im)movilidad, especialmente en el contexto del cambio climático, está en su punto más alto. Este impulso debería aprovecharse para adoptar acuerdos e iniciativas atrasados que adopten una lente interseccional para abordar las causas profundas de la (im)movilidad climática. En la COP28 se llegó a un acuerdo histórico que puso en funcionamiento el Fondo de Pérdidas y Daños e incluyó en él los desplazamientos y las personas desplazadas. Según el Observatorio Internacional de Desplazados (IDMC)«esto permitirá al Fondo proporcionar financiación para ayudar a los países en desarrollo vulnerables a aplicar medidas y políticas relacionadas con el desplazamiento, entre otras cosas mejorando las pruebas y subsanando las carencias de datos». 

Sin embargo, centrarse únicamente en la movilidad ignora a un amplio segmento de la población que acaba quedándose, ya sea por elección propia o como mera consecuencia de la falta de opciones alternativas. En un informe reciente se afirma que la actual «gobernanza de la inmovilidad climática está fragmentada en el mejor de los casos, con sólo algunas sugerencias u orientaciones políticas en los marcos de los derechos humanos, de la reducción del riesgo de catástrofes (RRD) o de la política de movilidad climática». La investigación del Grupo del Banco Mundial sobre los resultados de la (im)movilidad de los hogares agrícolas nigerianos en relación con las perturbaciones climáticas sugiere «medidas específicas y políticas de adaptación y específicas para cada grupo capaces de abordar los complejos retos derivados de las interacciones clima-movilidad a múltiples niveles». Esto podría incluir trabajar con las comunidades locales para desarrollar campañas de información accesibles, centros/rutas de respuesta a emergencias y resiliencia climática ante futuras amenazas medioambientales. 

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